Punto de inflexión en la historia política chilena: Gabriel Boric, a los 35 años, recién elegido presidente para poner fin a años de desigualdad y opresión
«Compatriotas, seré el presidente de todos los chilenos y las chilenas. De quienes hoy votaron por este proyecto, de quienes eligieron otra alternativa y también de quienes no concurrieron a votar”1. Las promesas de igualdad y unidad resuenan habitualmente en los discursos postelectorales en todo el mundo. El compromiso de Trump de «cerrar las heridas de la división» en 20162 , así como la garantía de Bolsonaro de una «sociedad sin discriminación ni división» en 20193, son sólo algunos de los muchos ejemplos de presidentes neo-elegidos que apelan a los discursos políticos. El mismo Piñera, presidente saliente de Chile, durante su primer discurso en 2017, señaló la importancia de la diversificación de ideas, de abrir un diálogo entre todos los partidos políticos y de la relevancia de ser el presidente de todos los chilenos y chilenas4. Los discursos posteriores a las elecciones pueden sonar todos iguales, ya sea que hablen los representantes de los partidos de izquierda o de derecha. Sin embargo, muchas veces, las promesas iniciales de igualdad han permanecido silenciosamente ignoradas generando decepción en la sociedad civil. A pesar de ello, las palabras de Gabriel Boric, líder del partido de izquierda chileno Convergencia Social, se han ganado la confianza de una considerable mayoría de chilenos. De ahí que surja naturalmente la pregunta «¿Por qué la elección de Gabriel Boric ha generado tanto revuelo y ha despertado poderosas esperanzas, incluso fuera de Chile y de las fronteras latinoamericanas? ¿Por qué los chilenos se han volcado en las calles de todo el país siendo lo más abrumador las calles de Santiago y atascándolas, como en las imágenes de 1988 tras el plebiscito nacional, que declaró la derrota de la dictadura de Pinochet?». Para responder a estas preguntas, es útil analizar la ideología política de Boric, para entender el increíble ascenso que, en un contexto político tremendamente complejo y frágil, lo llevó a ser elegido como nuevo Presidente de Chile el domingo 19 de diciembre.
Con 35 años, Boric se convierte en el segundo presidente electo más joven del mundo. Nacido en Punta Arenas, extremo sur del país, unos años antes del fin de la dictadura de Pinochet (1973-1990), Boric comenzó en 2004 sus estudios de Derecho, que interrumpió en 2013 para dedicarse a la política. Como antiguo líder de las protestas estudiantiles, ha dejado una notable huella por haber iniciado y dominado manifestaciones masivas en demanda de una mejor educación y más accesible. Un personaje poco convencional cuyo pasado activista es de crucial importancia a la hora de entender su voluntad de utilizar el diálogo y la participación como uno de los principales pilares de sus promesas políticas. Con el 55,87% de los votos, el futuro líder del país, Boric, derrotó significativamente a su oponente, Kast, que registró el 44,13% de las preferencias. Firme defensor de los matrimonios entre personas del mismo sexo, del colectivo LGBTQ y del derecho al aborto, Boric ha prometido, al mismo tiempo, cambios drásticos en los sistemas de salud, pensiones y educación. En otras palabras, el plan del nuevo gobierno ha sido redactado y adaptado como respuesta a los cambios que la gran mayoría de los chilenos ha estado pidiendo durante las últimas tres décadas. Los múltiples gobiernos democráticos que se han sucedido no han desmontado el sistema neoliberal, implantado durante los veinte años de dictadura. Por el contrario, la frustración y el malestar han aumentado drásticamente como consecuencia del aumento de los costes de la educación y de los transportes públicos. Además, los costosos y débiles sistemas de salud y pensiones han contribuido al crecimiento exponencial de la pobreza en el país. De ahí que, a día de hoy, Chile sea considerado, según las estadísticas del Banco Mundial, uno de los países con más desigualdad económica en el mundo5. En efecto, el modelo neoliberal ha contribuido a aumentar el bienestar económico del país, aunque la distribución sigue siendo crucialmente desigual; el 1% de la población se queda con el 25% de la riqueza. Desencadenadas por las deficiencias de los sistemas neoliberales, las protestas masivas, o el así llamado estallido social, comenzaron en octubre de 2019 dejando que la rabia y la sangre se apoderaran de las calles de Santiago, así como de otras grandes ciudades del país. Un año después de que comenzaran las protestas, por concesión del presidente derechista Piñera, se realizó un plebiscito. El 78,25% de los que votaron dijeron «sí» a una nueva constitución que reemplazará el antiguo texto redactado durante la dictadura. A la luz de lo anterior, el propio Boric encarna los cambios que una abrumadora mayoría de la población ha estado pidiendo. Mientras el proceso de reescritura del texto constitucional sigue su curso, son altas las esperanzas de nuevas reformas planteadas por los chilenos más vulnerables que llevan décadas sufriendo tremendas injusticias y empobrecimiento.
Tenaz defensor de las protestas estudiantiles del 2011 y del 2019 durante el estallido social, Boric, que se define como socialdemócrata, siempre se ha distanciado de cualquier política conservadora y neoliberal. Por otro lado, Kast durante su campaña electoral, ha expresado ampliamente sus posiciones conservadoras en línea a las políticas del Presidente ahora en ejercicio Sebastián Piñera. Algunos ejemplos de las posiciones conservadoras que hubiera implementado Kast son: políticas económicas austeras, medidas restrictivas contra los flujos migratorios y la derogación de la ley del aborto. Por el contrario, Boric ha expresado posiciones de diálogo abierto, subrayando la importancia de alimentar la diversidad dentro del país. Cada área del programa político presenta un apartado dedicado a explicar lo abierta que debe ser la política y las políticas resultantes a la crítica y al respeto. Temas como el feminismo, la educación, la reforma sanitaria y la crisis climática son de suma importancia en el plan político del joven futuro presidente. Al mismo tiempo, Boric ha destacado cómo, en un país en el que aproximadamente el 20% de la población es indígena, es necesario construir un Chile multicultural garantizando los derechos de los pueblos originarios. En este sentido, Boric pretende establecer un diálogo con las comunidades nativas, con el fin de facilitar un proceso de redistribución de los recursos naturales, que han sido expropiados durante años de lucha encarnizada. Apoyar la creación de un proceso constituyente multicultural permitiría a las comunidades indígenas sentirse más protegidas e integradas. En definitiva, el éxito de su mandato político depende no sólo del cumplimiento de las promesas, sino también del garantizar un proceso constituyente transparente y fluido. En conclusión, los próximos 4 años serán frágiles y cruciales, no sólo para el futuro de Chile, ya que podrían representar un punto de inflexión en el marco de la política institucional. La elección de Boric ha tenido resonancia a nivel mundial, lo que ha abierto ampliamente los ojos sobre los futuros movimientos de este joven y animoso Presidente. El mandato de Boric tiene el potencial de generar una nueva corriente política, que podría tener un impacto mundial.